Correspondencia Mortal

2: El primer pecado

El vapor de su taza de café dibujaba espirales en el aire frío de la oficina postal. Marcos tenía la carta sobre sus rodillas, sus dedos tamborileando nerviosos. El reloj marcaba las 6:15 am, una hora antes de que llegaran sus compañeros.

Con un cutter quirúrgico y guantes blancos, hizo una incisión perfecta bajo el flap del sobre. El papel crujió levemente, como quejándose. El aroma a lavanda vieja emergió, mezclado con algo más... ¿cianuro? No, solo su imaginación.

La hoja interior era de papel vitela, con solo siete palabras escritas en tinta roja oscura: "No has pagado lo que me debes". Marcos sintió un sudor frío. Revisó febrilmente las cartas anteriores que había "archivado" en su casillero. Todas iguales: mismo papel, misma tinta, frases diferentes pero amenazantes. "Te estamos vigilando", decía una. "El plazo se acorta", advertía otra.

Al devolver la carta al sobre, sus manos temblaban. El pegamento no sellaba igual. ¿Notaría la señora Elvira la manipulación? El timbre de entrada sonó. Marcos escondió las pruebas justo cuando entraba su jefe, cuyo aliento a ajo llenó la pequeña oficina.