El cartero que entregó su corazón a un perro callejero

Sinopsis: Marcos, un cartero solitario, enfrenta cada día la amenaza de un pequeño pero feroz perro callejero en su ruta postal. Lo que comienza como un problema se transformará en una conmovedora historia de amistad y redención.

1. El terror de la calle Junín

Marcos ajustó su gorra de cartero mientras inspeccionaba con mirada cautelosa la calle Junín. Sabía que en cualquier momento aparecería, con la puntualidad de un reloj. Esta calle era el tramo más corto de su ruta postal, pero también el más temido. El primer aviso fue un ruido de uñas contra el pavimento. Luego, como surgiendo de la nada, apareció: un perro de tamaño mediano, pelaje marrón oscuro y orejas puntiagudas que vibraban con cada ladrido. 'Toby', como lo llamaban los vecinos, no era particularmente grande, pero su reputación como guardián de la calle Junín era legendaria. Marcos contuvo el aliento cuando el animal comenzó su rutina diaria: primero los gruñidos bajos, luego los ladridos explosivos, y finalmente la carrera directa hacia sus tobillos. Con una agilidad ganada a fuerza de repetición, el cartero saltó sobre el capó de un auto estacionado, mientras su atacante rodeaba el vehículo con mirada calculadora. '¡Vamos, Toby! ¡Hoy no!', gritó Marcos, intentando sonar autoritario mientras recuperaba el aliento. Pero el perro solo respondió mostrando sus afilados colmillos, como si disfrutara de este juego macabro que repetían casi a diario desde hacía seis meses. Esa noche, mientras alimentaba a su gato en el pequeño departamento que alquilaba cerca de la oficina postal, Marcos no pudo evitar reflexionar sobre su peculiar relación con el animal. 'Don Gato', le confesó al felino, 'hoy casi me atrapa. Cada día se acerca más'. El gato lo miró con indiferencia, como cuestionando por qué su humano se preocupaba tanto por un simple perro callejero. Marcos recordó entonces los comentarios de los vecinos: algunos decían que Toby había pertenecido a una familia que lo abandonó, otros que siempre había sido salvaje. Lo cierto era que el perro parecía haber elegido al cartero como su enemigo personal, y después de medio año de esta persecución diaria, Marcos empezaba a sentir una extraña mezcla de miedo, respeto y hasta cierta admiración por la tenacidad de aquella pequeña fiera.