Logo CodigoPostal.ar CodigoPostal.ar
La forma más facil de comprar criptomonedas

No te quedes afuera

Únete al mundo de las criptomonedas con Binance

Únete al mundo de las criptomonedas con Binance

El cartero que entregó su corazón a un perro callejero

4. Convivencia a prueba de mordiscos

El pequeño departamento de Marcos nunca había albergado un perro, y mucho menos uno con el temperamento de Toby. Cuando la Dra. Morales sugirió que el animal necesitaba al menos dos semanas de reposo en un lugar seguro para recuperarse, Marcos, casi sin pensar, ofreció su hogar. Los primeros días fueron caóticos. Don Gato, el gato de Marcos, pasó las primeras 48 horas refugiado en lo alto del armario, negándose a bajar incluso para comer. Toby, por su parte, parecía decidido a marcar cada centímetro del departamento como su territorio, mordisqueando un zapato aquí, orinando en un rincón allá, y ladrando sin parar cada vez que escuchaba un ruido en el pasillo. Pero también hubo momentos sorprendentemente dulces. Como cuando Toby, después de una particularmente dolorosa sesión de limpieza de heridas, se acurrucó junto a los pies de Marcos mientras este veía televisión, buscando consuelo. O cuando apareció con un juguete roto (un oso de peluche que Marcos no recordaba haberle dado) y lo dejó caer sobre sus pantuflas, mirándolo expectante como invitándolo a jugar. Don Gato tardó exactamente tres días en bajar del armario y otros dos en acercarse lo suficiente para olfatear al intruso. Para el final de la primera semana, los dos animales habían establecido una tregua incómoda pero funcional, basada principalmente en ignorarse mutuamente la mayor parte del tiempo. Cada mañana antes de ir a trabajar, Marcos limpiaba y vendaba la herida de Toby, un proceso que al principio generaba gruñidos de protesta pero que gradualmente el perro comenzó a tolerar con estoicismo. El cartero notó cómo, día a día, la resistencia del animal disminuía, siendo reemplazada por una creciente confianza. Cuando llegó el momento de volver a su ruta postal (había pedido unos días libres para cuidar a Toby), Marcos tomó una decisión que lo sorprendió incluso a sí mismo. En la tienda de mascotas compró un collar rojo, una correa resistente y una pequeña placa con el nombre 'Toby' grabado. 'Vamos, socio', dijo mientras se arrodillaba para colocarle el collar al perro, 'hoy trabajamos juntos'. El primer paseo fue... interesante. Toby tiraba de la correa, olfateaba cada poste y parecía decidido a marcar cada arbusto de la cuadra. Pero cuando llegaron a la calle Junín, algo mágico sucedió. El perro, ahora con collar y caminando junto a Marcos, fue recibido con asombro por los vecinos, quienes no podían creer que el temible Toby se hubiera transformado en un compañero obediente (o al menos razonablemente obediente). Para cuando terminó el día, Marcos había descubierto que Toby tenía un talento especial para llevar pequeños paquetes en su boca, entregándolos intactos a los destinatarios. Los niños del barrio lo adoraban, los ancianos le daban golosinas, y hasta el panadero guardaba huesos especialmente para él. El perro que una vez fue el terror del cartero se estaba convirtiendo rápidamente en la estrella de la ruta postal.

⬅ Anterior Siguiente ➡