El Secreto del Cartero: Descubre por qué dejó Recoleta para siempre
2. Confusión
Ernesto notó que la joven tiritaba visiblemente. Sin dudarlo, se quitó su chaqueta azul de cartero -la misma que llevaba cada día desde su primer trabajo- y la colocó con cuidado sobre sus hombros frágiles. "Por favor, quédese con esto. No es propio que una dama pase frío".
La joven acarició la tela áspera con dedos casi translúcidos. "Qué amable...", susurró mientras se envolvía en la prenda. Por un instante, Ernesto creyó ver cómo el color azul se fundía con su vestido blanco como tinta en agua.
"Mi madre vivía cerca", continuó señalando hacia la niebla que envolvía el cementerio. "En una casa con rosales que ya no existe...".
Al llamar a los policías cercanos, Ernesto giró por un segundo para hacer señas. Cuando volvió a mirar al banco, el corazón le dio un vuelco: tanto la joven como su chaqueta habían desaparecido. Solo quedaba una fina capa de escarcha en forma de figura sentada, que se evaporaba rápidamente al primer rayo de sol.
Los agentes lo miraron con preocupación. "¿Todo bien, don Salvatierra? Parece que ha visto un fantasma".