¿Entregará Ricardo su amor? Un autógrafo puede cambiarlo todo
3. Un plan audaz (y algo loco)
Ricardo pasó la noche en vela, planeando cómo acercarse a Julio Iglesias. Sabía que la seguridad del hotel sería estricta, y que no podría simplemente entrar y pedir un autógrafo. Debía elaborar un plan, algo ingenioso y audaz, que le permitiera superar los obstáculos.
Recordó que, en su juventud, había sido un buen jugador de fútbol. Tenía agilidad, velocidad y una cierta habilidad para escabullirse entre la multitud. Decidió utilizar esas habilidades para infiltrarse en el hotel.
Al día siguiente, se levantó temprano y se dirigió al Hotel Plaza. Se ubicó frente a la entrada principal y observó el movimiento. Vio a los periodistas que esperaban la llegada del cantante, a los curiosos que se agolpaban detrás de las vallas de seguridad, a los empleados del hotel que iban y venían con aparente normalidad.
Tuvo una idea. Se acercó a un grupo de jóvenes que estaban haciendo guardia frente al hotel y les preguntó si necesitaban ayuda. 'Estamos esperando a Julio Iglesias', le dijeron. 'Queremos conseguir un autógrafo para nuestras novias'.
Ricardo se ofreció a comprarles café y facturas. Mientras conversaban, les contó que trabajaba como cartero y que conocía bien la zona. Les hizo reír con sus historias y se ganó su confianza.
Cuando llegó el momento, Ricardo les dijo que tenía que irse, pero que les deseaba suerte. Se despidió y se alejó unos metros. Luego, aprovechando un momento de distracción, se mezcló entre la multitud y se acercó a la entrada del hotel.
Vio a un empleado que estaba descargando unas cajas de bebidas. Sin dudarlo, se acercó y le ofreció su ayuda. El empleado, agradecido, aceptó. Ricardo cargó una de las cajas y siguió al empleado hacia el interior del hotel.
Una vez dentro, se deshizo de la caja y comenzó a caminar por los pasillos, tratando de orientarse. Sabía que Julio Iglesias se hospedaba en la habitación 204, así que buscó el ascensor y subió al segundo piso.
Mientras caminaba por el pasillo, escuchó voces que provenían de una de las habitaciones. Se acercó sigilosamente y pegó la oreja a la puerta. Reconoció la voz de Julio Iglesias.
Respiró hondo y tocó la puerta. Un guardaespaldas corpulento le abrió la puerta con cara de pocos amigos. '¿Qué quiere?', preguntó con tono amenazante.
Ricardo sintió que las piernas le temblaban, pero no se dejó intimidar. 'Soy cartero', dijo. 'Tengo un telegrama urgente para el señor Iglesias'.