¿Hasta dónde llegarías por tu deber? Un cartero, una encrucijada mortal.
Sinopsis: Dimitri, un cartero con una doble vida como espía, se enfrenta a una misión imposible: robar a narcotraficantes para financiar una operación. ¿Sacrificará su humanidad por su deber?
1. La Carta Escarlata
El olor a pan recién horneado inundaba la calle, una constante matutina en el barrio de La Esperanza. Dimitri, o Diego como lo conocían todos, ajustó su gorra y sonrió al panadero, un hombre corpulento con las mejillas siempre enrojecidas. La rutina era su mejor disfraz. Cada sonrisa, cada saludo, un ladrillo más en la muralla que ocultaba su verdadera identidad.
Dentro de su bolsa, entre montañas de sobres color crema y postales llenas de colores, una carta destacaba. Escarlata. El color de la sangre. El color de la urgencia. No llevaba nombre ni dirección, solo un sello con un águila bicéfala que Dimitri conocía demasiado bien. La deslizó discretamente entre las cartas destinadas al número 14 de la calle Olivo, un viejo almacén ahora convertido en depósito de herramientas. Un mensaje de la agencia.
La carta, escrita en una tinta que se revelaba solo con el calor de una bombilla, contenía una sola frase: 'Fondos agotados. Operación en peligro. Obtenga recursos. Sin rastro'. El sudor frío le recorrió la espalda. Nunca antes le habían dejado a su suerte. Siempre habían provisto el dinero necesario. ¿Qué había cambiado?
Durante el resto del día, la frase resonó en su cabeza mientras entregaba cartas, esquivaba perros juguetones y soportaba las quejas de la señora Rodríguez sobre el aumento de las tarifas postales. 'Sin rastro'. Eso significaba que la agencia no podía enviar dinero directamente sin arriesgar la operación. Él estaba solo. Solo con la responsabilidad de asegurar el éxito de la misión. Pero, ¿cómo?
Por la noche, sentado en su pequeño apartamento, Dimitri revisó mentalmente sus opciones. Ninguna era buena. Pedir un préstamo era imposible, justificar semejante suma levantaría sospechas. Robar un banco era suicida, con demasiados ojos vigilando. La desesperación comenzaba a asfixiarlo.
Entonces, recordó una conversación casual que había escuchado en la cafetería del barrio, fragmentos de palabras lanzadas al aire sobre un grupo que operaba en las sombras, manejando grandes cantidades de dinero en efectivo. Narcotraficantes. La sola idea le revolvió el estómago. Él no era un criminal, era un agente, un servidor de su país. Pero la agencia le había dado una orden implícita: 'Obtenga recursos. Sin rastro'. Y el tiempo se agotaba.
El odio hacia la agencia creció en su interior. El resentimiento se hizo presente. Ellos, cómodos y seguros en sus oficinas, le daban órdenes imposibles que destruían todo aquello por lo que se esforzaba. Era hora de empezar a tomar sus propias decisiones.
Dimitri miró su reflejo en el espejo. Diego Morales, el cartero amable y servicial, se desvanecía lentamente, reemplazado por la sombra oscura y despiadada que llevaba dentro. La decisión estaba tomada. Iba a robar a esos narcotraficantes. Pero no iba a ser fácil. Debía planearlo cuidadosamente. Cada paso, cada detalle, debía ser perfecto. Su vida, y la de muchos otros, dependía de ello.