¿Por Qué Sentí Esto? El Misterio del Cartero Pléyadiano

2. La Intervención

Justo cuando se daba la vuelta, un grito agudo resonó en el aire. Xylo se sobresaltó. Provenía de la casa donde había escuchado la discusión. Instintivamente, corrió hacia la puerta. La encontró entreabierta y, sin pensarlo dos veces, la empujó.

La escena era tensa. Un hombre corpulento, con el rostro enrojecido por la ira, increpaba a una joven de aspecto frágil. La joven retrocedía, visiblemente asustada. Xylo no sabía quiénes eran ni cuál era el motivo de la disputa, pero la violencia inminente le hizo reaccionar.

Se interpuso entre el hombre y la joven. "Disculpe, señor, creo que esto es un asunto privado," dijo Xylo, su voz sorprendentemente firme. El hombre se giró hacia él, con los ojos inyectados en sangre. "¿Y tú quién te crees que eres, entrometido?"

"Soy el cartero," respondió Xylo, mostrando su uniforme. "Solo me preocupé al escuchar los gritos. Quizás pueda ayudar a resolver este malentendido." Era una excusa torpe, lo sabía, pero funcionó para desarmar al hombre por un instante.

El hombre lo miró de arriba abajo, con desprecio. "Lárgate de aquí, cartero. Esto no te incumbe." Xylo permaneció firme, sintiendo una extraña oleada de adrenalina recorriendo su cuerpo. No era miedo, era algo más. Era una sensación desconocida, una mezcla de indignación y un impulso irrefrenable de proteger a la joven.