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Te Vendieron un Buzón: La Leyenda de Ernesto y el Estafador de Retiro

Capítulo 2: El Arte del Engaño en Retiro y Once

"Retiro y Once," comenzó Ernesto, su voz adquiriendo un tono nostálgico. "Eran un hervidero de actividad. Gente yendo y viniendo, trenes llegando y partiendo, vendedores ambulantes ofreciendo de todo. Un caldo de cultivo perfecto para un estafador."

El Maestro era un hombre de mediana edad, bien vestido, con una sonrisa encantadora y una labia impresionante. Se movía con facilidad entre la multitud, observando, escuchando, identificando a sus víctimas. Su método era simple pero efectivo: detectaba una necesidad, una ambición, una esperanza, y les ofrecía una solución… falsa.

"Por ejemplo," continuó Ernesto, "un turista perdido buscando un hotel barato. El Maestro se acercaba, le ofrecía una 'oferta increíble' en un hotel 'exclusivo'. Lo acompañaba hasta una calle lateral, señalaba un edificio descuidado y… le vendía un buzón. Literalmente. Le cobraba una 'reserva' y desaparecía, dejando al turista con las manos vacías y una lección aprendida a la fuerza."

Los jóvenes carteros intercambiaron miradas de asombro. La idea era tan absurda que resultaba casi cómica. Pero Ernesto no se reía. Su mirada era seria, casi dolorosa.

"No se rían," dijo. "El Maestro no solo vendía buzones a turistas. También vendía 'oportunidades de negocio', 'acciones de empresas prometedoras', incluso 'terrenos'… que no existían. Era un maestro de la manipulación. Sabía cómo tocar las fibras sensibles de la gente, cómo aprovecharse de sus sueños y sus miedos."

"¿Y nadie lo denunciaba?" preguntó uno de los jóvenes. Ernesto suspiró. "Claro que lo denunciaban. Pero El Maestro era escurridizo. Cambiaba de nombre, de apariencia, de método. Siempre estaba un paso adelante de la policía. Además, muchas víctimas se sentían avergonzadas de haber sido engañadas y preferían callar. El Maestro contaba con eso."

"Pero… ¿por qué lo llamaban 'El Maestro'?" preguntó otro joven. Ernesto sonrió, una sonrisa amarga. "Porque era un artista. Un virtuoso del engaño. Transformaba la mentira en una obra de arte. Y, lo peor de todo, a veces… hasta parecía creerse sus propias mentiras."

"Recuerdo una vez," continuó Ernesto, "que vendió un terreno en el Cementerio de la Recoleta… ¡a un policía! El policía, un tipo ambicioso y corrupto, quería construir un mausoleo para su familia. El Maestro le ofreció un 'lote privilegiado', con vista a la bóveda de Evita. El policía pagó una fortuna… y luego descubrió que el terreno no existía. Por supuesto, nunca denunció a El Maestro. ¿Cómo iba a explicar que había comprado un terreno en el cementerio?"

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