Te Vendieron un Buzón: La Leyenda de Ernesto y el Estafador de Retiro

Capítulo 5: El Legado del Cartero y la Lucha por la Honestidad

El silencio se apoderó nuevamente de la sala de descanso, pero esta vez era un silencio diferente. No era un silencio de expectación o fascinación, sino un silencio de reflexión. Los jóvenes carteros estaban procesando la historia de Ernesto, intentando extraer una lección valiosa.

Uno de los jóvenes, el más callado y observador, levantó la mano. "Ernesto," dijo, "¿crees que El Maestro era malvado?"

Ernesto lo pensó durante un momento. "No lo sé," respondió. "Creo que era una persona dañada, un producto de un sistema injusto. Pero eso no lo exime de su culpa. Él eligió el camino del engaño, y tuvo que asumir las consecuencias de sus actos."

Otro joven intervino. "¿Y qué podemos hacer nosotros para evitar que haya más 'Maestros' en el mundo?" preguntó.

Ernesto sonrió, una sonrisa genuina que iluminó su rostro. "Esa es una buena pregunta," dijo. "La respuesta es simple: ser honestos. Ser transparentes. Ser justos. No aprovecharse de la vulnerabilidad de los demás. Luchar contra la corrupción y la injusticia."

"Nuestro trabajo como carteros," continuó Ernesto, "es más importante de lo que parece. No solo entregamos cartas y paquetes. También entregamos información, noticias, emociones. Somos un vínculo entre las personas, un puente entre el pasado y el futuro. Y tenemos la responsabilidad de hacerlo con honestidad y profesionalismo."

"Si alguna vez se encuentran con una situación dudosa," dijo Ernesto, "no duden en denunciarla. No tengan miedo de decir la verdad, aunque incomode. No permitan que la corrupción y el engaño se apoderen de nuestra sociedad."

"Recuerden," concluyó Ernesto, "que cada uno de nosotros tiene el poder de hacer la diferencia. Podemos elegir ser honestos o deshonestos, justos o injustos. La elección es nuestra. Y debemos elegir sabiamente."

Los jóvenes carteros asintieron con la cabeza, inspirados por las palabras de Ernesto. Sabían que su trabajo no era fácil, que se enfrentarían a muchos desafíos. Pero también sabían que tenían un propósito: servir a la comunidad con honestidad y dedicación.

Ernesto se levantó de su silla, listo para volver al trabajo. Su historia había terminado, pero su legado continuaría. Los jóvenes carteros llevarían consigo sus palabras, su ejemplo, su lucha por la honestidad. Y, tal vez, algún día, el mundo estaría un poco más libre de "Maestros" y "buzones vacíos". El olor a tinta y papel viejo llenaba el aire, un recordatorio constante de la responsabilidad que llevaban sobre sus hombros.